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Woody Allen otra vez. No debe ser fácil hacer una película por año. Lo peor de todo es que no te da tiempo a profundizar. La intención era que Barcelona fuese un personaje más, pero no está demasiado trabajado desde el punto de vista del fondo. Sí lo está desde el de la forma: luce muy bien en la pantalla, a la altura de cualquiera de los protagonistas. Pero, igual que estos, su personalidad se construye sobre cuatro rasgos tópicos que pueden ser creibles para los turistas que confunden tocino y velocidad, pero irritantes para residentes conscientes de sus peculiaridades. Si nos dejamos llevar por la historia seremos capaces de aceptar como pintor catalán a un personaje nacido en Oviedo.

La historia merece la pena. Se trata de una comedia no demasiado ligera sobre el amor. La intriga es mínima por no decir inexistente. Los golpes de humor, discretos pero efectivos. El uso de voz narradora, un poco torpe, en sentido cinematográfico, aunque no deja de ser un recurso clásico de la comedia. Una película divertida al fin y al cabo, agradable y posiblemente didáctica, con un final simbólico. El personaje de María Elena, interpretado magistralmente por Penélope Cruz, es el más interesante. Pero hay que decir que el elenco de por sí ya alegra la vista, porque ¡qué guapos que son todos!

La música elegida para la banda sonora cuenta con la pieza "Entre dos aguas" de Paco de Lucía como leit-motiv y un par de temas compuestos por Alejandro Mazzoni e interpretados por Giulia y los Tellarini.