sábado, 27 de septiembre de 2008

La gente no cree en los sueños

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Anoche mientras dormía experimenté la sensación de que subían nazis por la escalera. Sin más. Mal asunto que despaché entre sábanas, porque en los sueños hay comodín. No hubo traumas al amanecer, incluso me hizo hasta gracia cuando el vino lo trajo de nuevo a la memoria hace escasos minutos, los mismos que os pido para reflexionar cuando dejo rodar esta pregunta...

¿Qué haríais si faltasen treinta segundos para que los nazis revienten la puerta? ¿intentar hablar con ellos?¿esperar sentado temblando como un polluelo al raso en una planta petrolífera en Noruega? ¿esconderse? ¿escapar?

La primera opción queda descartada ya que al representante del plan A le caerían siete u ocho bayonetazos antes de articular el primer qué. La violencia de la primera opción nos lleva directamente a la tercera ya que el actor del plan B que esperaba con dignidad en el sillón ha desaparecido al enterarse de que el actor del A ha sido ensartado en el descansillo al grito de heilt!

Opción C: esconderse. En la vida hay situaciones en las que un -¡y yo con estos pelos!-no basta. Situaciones en las que hay que huir de las distancias cortas, del efecto Brummel.Particularmente no dispongo de falso techo así que buscando la mejor opción y obviando meterse debajo de la cama por infantil y porque es donde guardo la mesa de ping pong optaría por un hueco milagroso entre el armario y la pared.

Hay que hacer hincapié en el hecho de que para poder acceder a ese espacio muerto se requieren extraordinarias dosis de contorsionismo. Y no sé yo si compensa quedarse vendido como una puta lagartija esperando a que los angelitos ametrallen los armarios por si acaso. Porque esa es la tónica habitual, nazi-ametralladora-armario-descarga. No lo abren, no se la juegan, ametrallan gustándose.

La opción D se postula como la única válida. Ahora ya tu vida es como una película que apunta al lugar adonde se dirigen los ojos del protagonista: la ventana. La única salida. The only way out.

A bote pronto te lanzarías a lo James Bond si supieras dónde dejaste la sombrilla de playa pero cuando los culatazos de los fusiles están atravesado la puerta te percatas de que no eres una silueta en el celuloide sino un persona de carne y hueso que llora cuando se quita una tirita.

A estas alturas del partido, una evidencia llega como el agua de una presa reventada: existen dos elementos incompatibles: los nazis y tu poca tolerancia al dolor ergo... jump!

Diu noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooool!!!!!

-Son trece pisos, así que te da tiempo a gritar en la caída libre- esas serían las típicas palabras dirigidas al juez o a tu pareja al tratar de explicar que no recuerdas nada del incidente ya que te quedaste dormido en tu butaca minutos antes del despegue.

Y es que la gente no cree en los sueños.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta noche he soñado que Paul Newman había muerto (no es broma). Soy de las que se incluye entre la gente que no cree en los sueños, y menos que en ninguno en los premonitorios. Para mí, prermonición es igual a casualidad. He de reconocer, sin embargo, que me ha entristecido esta casualidad. Ha sido duro enterarse dos veces en el mismo día de que los ojos más bonitos del cine se han cerrado para siempre.

Anónimo dijo...

Puestos a morir preferiría hacerlo matando. Por eso, no son tan descabellados los planteamientos de la Asociación Nacional del Rifle, sobre todo para los que se nos ha pasado el arroz para repartir como Jackie Chan. Aprender a disparar es más saludable que el brócoli al vapor!
Armas pal pueblo!!!
Peskue :-)