sábado, 20 de septiembre de 2008

Ruleta rusa

Ayer vi la cara de un joven africano traficante de bolsos (terrible delito) detenido por dos secretas al ladito de casa. Lo atraparon mientras corría intentando escapar desesperadamente con la carga a cuestas. Se resistió, tras un intenso forcejeo, pero al segundo entendió que estaba vencido. Frente a mi. La fuerza de esa expresión facial no la podré explicar nunca. Entendí el significado de una escena cinematográfica. Pura imagen engullida. El impacto que deja no es comparable a ningún tipo de discurso verbal, razonado.
Sentí en mi la vulnerabilidad al descubrir el aleatorio punto que marca la diferencia entre formar parte de algo o no.
Inevitablemente, comparo la evidencia de esa contundente injusticia policial con la sutil manifestación de exclusión que cualquier ciudadan@ de a pie, clase media, vive día a día.
Y ese es el problema, en nuestro caso, la injusticia cotidiana es sutil, terriblemente silenciosa.
Entonces me pregunto, ¿tengo derecho a comparar la injusticia escandalosa, materializada en los ojos de quienes nacieron en el lado oscuro del mundo, con la que el ciudadan@ medio de un país rico puede llegar a detectar en sus carnes, difícilmente, sólo gracias a un concienzudo esfuerzo analítico?
O lo que es lo mismo ¿por ser sutil y percibida a duras penas, es esa otra coacción diaria sufrida por l@s clases medio-bajas-autóctonas de las sociedades ricas, menos demoledora?
No hay más que hacer la prueba. Intenten desafiar el orden establecido aunque sea desde la comodidad de sus hogares y la policía (en sus múltiples variantes) les recordará, diligentemente, que juegan en la misma liga que el traficante de bolsos.
Hagan juego, señor@s, hagan juego...

1 comentario:

flaperval dijo...

jooooder, qué impresión! qué fort. estás de emoción en emoción (pienso en la historia surrealista de la drogata y la escuela oficial de idiomas... digna de blog, también, o de anexo a Metrópoli)

Ostres, me resulta difícil... yo no creo que sea tan sutil esta violencia. Los bolseros (por ponerles un nombre, y perdón) que rondan cerca de tu casa los he visto correr decenas de veces (yo trabajaba hace muuuuuuuuuucho tiempo al lado). Esa violencia policial se manifiesta de muchas maneras, aunque imagino que nos da miedo o preferimos no verla...
el mercadillo de productos de quinta mano en carrer del Carme, homeless en los cajeros, pensiones no contributivas en la boquería, los que husmean en los containers de los supermercados, buscadores de chatarra, los desalojados de sus casas por los ayuntamiento... por poner ejemplos de la city. pero acá arriba, en la montaña, cada día suben trabajadores chinos a la construcción que cobran (dicen) 2 euros. cuando nuestra opulencia y gasto sistemático entra en crisis y el consumo baje y etc y la madre que los parió y todo eso, ¿dónde husmearán? ¿dónde buscarán?
el hambre no suele esperar
creo que tú ya te respondes, no es comparable un problema con el de las clases medias, pero por obvio se agradece la ironía, porque no deja de ser curioso que quienes hablen de crisis sean los que siguen teniendo su nómina puntualmente cada mes. manda huevos
y viva honduras
en cuanto a jugar, pues no es mala idea. A qué esperas?

un besico