Desperté sin aliento a deshora,
comprendí con esfuerzo el horario,
confundí con frecuencia la aurora,
extravié en cada beso los labios.
Escapé de la garra del tedio,
combatí sin parar la pereza,
aprendí a levantar la cabeza,
intenté colocarme en el medio.
Descubrí en las esquinas señales,
caminé sin pensarlo dos veces,
acabé con enormes sandeces
y crecí como los animales.
Conseguí mantener tu mirada,
reservé la atención inhibida,
me jugué a cada rato la vida
y viví contra las alambradas.
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