Lorena Muñoz hace una práctica de arqueología cinematográfica sobre un mural que la historia nos está negando. Se trata del Ejercicio plástico que David Alfaro Siqueiros pintó en 1933 en el sótano de una quinta que el mecenas Natalio Botana tenía en la ciudad argentina de Don Torcuato. En la actualidad, la casa ha desaparecido. A pesar de su demolición, la pintura fue extraida del subsuelo después de un arduo trabajo de ingeniería. Pero, por falta de iniciativa pública o privada, por desidia o por escasez de recursos para mantenerlo, el mural se encuentra en unos contenedores metálicos en los que se está degradando a marchas forzadas.
Si el ideólogo de la pintura en los muros exteriores de los edificios se comprometió con una obra en el interior de una cripta, no sería porque deseaba para ella el destino que ahora tiene. Es muy curiosa la relación que guarda la obra en fondo, forma y soporte, con el momento emocional que atravesaba el pintor en la época de su realización, excelentemente recreada en la película a través de diferentes testimonios. Pero, más allá de la evidente calidad del documental, se debe reconocer la urgencia de la denuncia que efectúa. Las artes plásticas latinoamericanas y del mundo entero han perdido por el camino una obra capital reciente y no es justo. Los buenos artistas se merecen un respeto.
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