jueves, 5 de junio de 2008

Historias, movidas, películas...

La última película de Woody Allen le dejó indiferente. Ante el portal, hizo sonar las llaves y escogió acertadamente. Abrió, miró al suelo, y al levantar la cabeza estaba Woody resabiado. Esa mirada desconcertante le heló las venas. Era incapaz de actuar con naturalidad. Puso en una balanza imaginaria sus fuerzas para contárselo y su sinceridad. Y se calló como Enrique Iglesias desde que lo pillaron berreando en un playback.

El amanecer es algo casual, a veces pasa, pero otras no. Y aunque en nuestras secretas oraciones pidamos por fin el silencio mundial de despertadores, la mayoría de las veces el estruendo nos recuerda otro de esos días en que amanece. Los caminos del señor son inescrutables. Mateo, 1.2. Pizza para el cuarto.

La momia del museo se levantó y arrebatándose los vendajes de un golpe gritó: basta de comedia. Un jubilado que miraba se fue hacia ella recordándole sus obligaciones, era un buen ciudadano, un comando del orden público en la sombra, que llegaba tarde a la obra. Como tantos otros, le deleitaba seguir la evolución del muro, la velocidad de los tractores y la rectitud del personal. Todos los días se iba puntual tras el museo. Y ahora aquella momia desaprensiva le rompía los esquemas. Ella lo miró con aplomo, le dio las gracias, cogió el paraguas y se marchó. El viejo miró por unos momentos al techo, luego el reloj y luego el techo, recogió las vendas del suelo, se las puso y desde entonces los paletas andan faltos de consejos.

En el curso de hacer ruido hasta decir basta, el primer módulo y más importante, está íntegramente dedicado a la colocación violenta de platos, tazas y cubiertos. Manfred estaba algo nervioso por la simulación práctica en clase, así que en un ataque de lucidez, recordó la vajilla de su abuela y arremetió sin dilación. Sacó un cuatro y medio por falta de espontaneidad, según leyó en el tablón de anuncios de la prestigiosa academia. En el restaurante andaban contentos.

Escuálidas figuras sostienen las cubiertas del palacio. Mujeres en jarras que portan ofrendas al sol. En el espesor pausado de la tarde, son las protagonistas silenciosas del espectáculo. Sus expresiones transmiten quietud y sosiego. El reposo del guerrero. Bush vizquea cuando las mira de frente y el mundo entero celebra que sean impermeables, que no tengan que temer la mirada directa de la ignorancia atravesándoles la piel.

2 comentarios:

Peskuezo de Eskuerzo dijo...

Hostias! A mí esto no me deja indiferente. Cinco relatos en uno o un cuento roto en cinco pedazos como una vidriera de colores. Cuando escucho un disco bueno, me gusta porque suena a canciones que he escuchado antes y, a la vez, suena diferente, como los discos de la Winehouse o los de Fito Cabrales. No sé si a estas horas soy capaz de identificar las influencias, pero hay que ver lo a gustico que se lee!
sikubt!

flaperval dijo...

¿la abuela era de la Bisbal? ¿qué detergente usa la momia? ¿a qué hora le sonó el despertador? ¿a qué dios le rezan las momias que logran acallar los despertadores? ¿Enrique Iglesias canta? ¿o le obligan a ir a todos los módulos de los cursillos de hacer ruido hasta decir basta? Ella, cuando coge el paraguas y se marcha ¿le llamó a su barco libertad?
no quepo en mi, muevo los huesos, la tibia y el peroné, y me quedo en ascuas con el collage paranoico.. ¿una de rabas?