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La filmografía de Ken Loach no se caracteriza por ser amable. Ésta no es una excepción. Por eso, se dedica a indagar sobre la peor de las acepciones de la palabra libertad, la que practicamos diariamente todos en mayor o menor medida, la presunta libertad de mercado. En concreto, la compra-venta barata de mano de obra inmigrada en el seno del desarrollismo primermundista, el chanchulleo neoliberal aparece ante el objetivo de una cámara sobria, preocupada por situar al público en su propia sociedad.
El guión escrito por Paul Laverty se compone de una sucesión de escenas cotidianas de la vida de la directora de una empresa de trabajo temporal, sociedad limitada. No renuncia a las anécdotas vitales de la protagonista (algo muy frecuente en el ciclo obrero de Loach) y a través de diálogos potentes y ágiles, nos ofrece la evolución de un personaje con el que nos cruzamos a menudo en ciudades del mundo capitalista.
La lucha obrera hoy es clandestina en la misma medida en que son ilegales los trabajadores inmigrantes invisibles a los ojos de la "inteligencia bienpensante", de la ideología dominante en la sociedad liberal. De la mano de los mercaderes del derecho al trabajo se menoscaban los derechos fundamentales de las personas y el dinero sigue circulando entre las mismas manos.
Con Pan y rosas se establece un vínculo estrecho dentro de la obra de este director, porque, desde diferentes puntos de vista, las dos tratan el conflicto entre trabajadores extranjeros y la patronal globalizante tan cruel a pequeña como a gran escala, tan deshumanizada a una como a otra orilla del océano.
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1 comentario:
Interesante!!!!!!!! Me gusta esa temática...... Buena elección Fray...
K
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