martes, 25 de junio de 2013

Pegatofilia D.O.: Damelcareto meets Ojorrojo

Impelido por el entusiasmo de los jóvenes becarios caretiles, concertamos a contrapelo una cita con ese artista inusual que nos honra con su amistad, nos deleita con su obra, nos desconcierta con su alucinada visión del mundo y, sobre todo, nos avinagra con sus repentinos cambios de humor. Ni más ni menos que el fotógrafo inédito e inaudito, el antropólogo apólogo del adhesivo, el buscador de pegatas, que, a pesar de vivir en condiciones extremas, prepara con el más absoluto secretismo una exposición y un libro que recoge su extraña obra. Nos recibe en su habitación subarrendada con vistas al parque de la Pegaso, sin camiseta, sin dinero, sin censura y sin unas míseras olivillas para picar, de por medio. Los quince metros cuadrados de una diáfana alcoba doble con selvático balcón, en la que hacina cajas de zapatos desbordadas de fotos, nos sirven de escenario. Una cama plegable, dos sillas de madera, un escritorio, una desdentada guitarra con solo tres cuerdas cuelga de la pared. Enchufamos la grabadora.

DAMELCARETO: ¿Por qué el objetivo de su cámara se centra exclusivamente en los adhesivos?

OJORROJO: Para mí, la ciudad es un monstruo que muda su piel como las serpientes. Yo voy tomando nota de algunos de esos cambios.

La pegata más antigua conservada por Ojorrojo
D: ¿Cuándo hizo usted su primera foto?

O: Debió de ser de niño con la cámara de mi tío…No lo sé, no me acuerdo.

D: Y ¿Cuándo fue la primera que le hizo a una pegatina?

O: Las más antiguas que conservo las hice en Berlín. Son pegatinas de propaganda política. Deben de estar en una de esas cajas. Si lo piensas fríamente, tampoco tienen tanto tiempo. Porque sólo hace tres o cuatro años. Yo antes no tenía cámara.

D: ¿Cómo consiguió su primera cámara?

O: Es una historia muy curiosa. Me la encontré en un ascensor. No voy a dar la dirección, porque seguro que aparece un listo que dice que era suya y encima, trae la factura., pero fue en el ascensor de un hospital. Había ido a visitar a un amigo y cuando, a la salida, entré en el ascensor, la vi ahí, en el suelo, reluciente. No lo pensé dos veces y me la guardé. Salí del recinto tranquilamente. Y cuando llegué a casa comprobé que era el pedazo de cámara digital compacta pero con controles que siempre había querido tener.
Pero, lo más curioso no era eso sino la extraordinaria cantidad y calidad de las fotos que venían en la tarjeta de memoria, solo equiparables a su horripilante contenido… Tras un día de reflexión decidí borrarlas y no revelar jamás ese carrete. Solo puedo decir dos cosas, que no eran la prueba de un crimen, pero que no me extraña que no reclamaran la cámara.

D: Uf, debería escribir una novela…

O: Estoy en ello, pero me está quedando… como entre sainetodetectivesca , eróticofolletinesca,  … y un truñón , en definitiva. Preferiría que el papel de su impresión se dedicara al origami, a la cartelería o a envolver pescado.

D: Volvamos al tema, ¿Cuál es su forma de trabajar?

O: Mira, no tengo ni idea de fotografía. Siempre disparo en automático, tengo mal pulso y me dan las tembladeras si pienso demasiado.

D: Pero, ¿Cómo consigue las fotografías?

O: No tiene ningún mérito. Voy paseando y me fijo en eso. Y no sé si tiene mucho mérito infringir la ordenanza urbana al poner un adhesivo en  la vía pública. Pero, hasta en eso se refleja el paso del tiempo. Pasas por los sitios donde hiciste la foto y los cromos ya no están. Se han ido al cielo de las pegatinas. Gracias a estas imágenes conservamos en el recuerdo todo el bien que nos hicieron al verlos, flamante destacando en los muros grises o las señales.

D: ¿Cuál es su profesión?

O: A lo largo de mi vida he desempeñado empleos en diferentes gremios que se pueden resumir en tres: guardaespaldas, guardabosques y guardarropa. Por ese orden. Desde el finde pasado trabajo en el guardarropía de una discoteca.

D: ¿Qué supone para usted el adhesivo?

O: El adhesivo es la vida. Tiene una cara visible que puede variar y una cara oculta de la que no te puedes librar.

D: ¿Para cuándo la exposición?

O: He seleccionado alrededor de 100 piezas en formato 16:9 que están en proceso de orlado, para ver si las colocamos… Tengo ofertas de varias instituciones del extranjero, y me da rabia que los que más paguen sean los del Museo de Arte Malo de Boston. Preferiría hacerlo en el Museo Municipal de la Cuchillería de Albacete, pero no les interesa.

D: ¿Y el libro?

O: No será otra cosa que el catálogo de la exposición, para el que me gustaría contar con el prólogo de algún escritor de renombre, pero como no conozco ninguno, igual te lo pido a ti…

D: Hombre, será un honor. Y sin más, ¿no tendrá alguna fotillo nueva que podamos publicar…?

O: Claro, que sí. Aquí he preparado un paquetito para que las disfrute vuestra audiencia.

D: Muchas gracias, Ojorrojo.

O: Gracias a vosotros.







2 comentarios:

Alma de cántaro dijo...

Viva la madre que te parió!!!!!!!!!

Peskuezo de Eskuerzo dijo...

¡Viva!¡Y la tuya también!