sábado, 21 de enero de 2012

El Muso

¡Oh, Musas, oh, altos genios, ayudadme!
Dante, La Divina Comedia, Infierno II


Refrescaba sus pies en una fuente de mármol. Descendiente no reconocido de Calíope, musa de la poesía épica y la elocuencia. Quizá antítesis de su antepasado, el bardo Orfeo. El Muso sometía a su capricho a todos los poetas que caían bajo su influjo. Las líricas y las retóricas, compuestas a su dictado sonaban arrebatadoramente reales, salvajemente hirientes. Antes de su triunfo ya se había permitido desafiar a las ninfas. Cuando se cubrió de gloria, a partir del mismo día de su laureada coronación, comenzó a abusar de su hechizo. Inspiraba un desbordamiento majestuoso en las conciencias creadoras, tanto que hasta se conoció el lado sensible de los más aguerridos guerreros, de los arrieros menos agraciados, de los doctores más temerarios, de los más altos jueces supremos, de los pescadores perdidos, de los atletas más competentes, de los náufragos supervivientes. Una línea roja era su firma. Su poder era superlativo, inevitable, omnipresente. No se ha de olvidar que, aunque borde, sangre era de Zeus. Mas, el Muso solía tañer la cítara con los pies sumergidos en la fuente. Si una anciana se acercaba a rellenar su vasija de barro, le rompía el recipiente. Si una niña iba a beber un trago, acababa ahogada en el fondo. Así recelaba del surtidor que todavía brotaba del manantial del Helicón.

3 comentarios:

Paseaba por aquí dijo...

Qué malote el muso!

E. Tempura

Palabro para verificación: jocines. Me pirra!

Lope Or dijo...

Y ahí lo tenemos, sonriendo tras su mandíbula pentagonal.

Mousse dijo...

Se las trae el muso! Vaya con el andoba.... Yo taño, tu tañes, el tañe.........Vosotros tañís cítaras con los pies sumergidos en la fuente! Grande