"A pesar de la represión, comienzan a manifestarse aisladamente los primeros funcionarios con ideas humanistas, que reconocen la necesidad de reformas en prisión, y también los primeros grupos de internos que las reivindican con propiedad. La humanización de los presos equivale a subversión; por tanto, la libertad también. De aquí la necesidad que tienen los carceleros de controlarnos constantemente y de transformarnos en objetos, en algo inanimado.
En alguno de los libros que leo y luego guardo, creándome así mi biblioteca particular, leí:
"El sadismo aparece como una de las carcterísticas de la conciencia opresora, en su visión necrófila del mundo. Por esto, su amor es un amor a la inversa: un amor a la muerte y no a la vida".
En las cárceles, en contra de lo que se diga, los carceleros y la institución se van apropiando cada vez más de los métodos científicos para garantizar sus finalidades: mantener el orden opresor con el que manipulan y aplastan"
Juan José Moreno Cuenca, Hasta la libertad, Ediciones B, 2001, pp.193-194
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