jueves, 20 de enero de 2011

Reconozco y desconozco

"¡Y que ahora tenga que dejarte
para emprender otro camino!... "

Despedida del mar, José Hierro


Echo de menos algunas caras. Tengo que decirlo. Echo de menos la terapia de grupo. Me encuentro muy a gusto con el formato dúo porque mi partenaire es incorruptible. Ya hubiera querido Robin un Batman así para él. Obélix pagaría muchos sestercios por un Astérix de su altura. Pero, a veces el recuerdo me trae los ecos de aquellos ambientazos en un local lleno de humo, aquellas conversaciones de mil voces cruzadas, aquellas broncas, aquel fervor, aquellas demostraciones de afecto que ya van camino de ser tupidas madreselvas u oscuras golondrinas. Y lo lamento.
No sé qué pasó. No estamos hechos a la réplica, a la confrontación, a la divergencia, a la diferencia. Es natural que la incomodidad nos lleve a otros mapas, es lógico que el disgusto nos cambie los paisajes. Todo cambia. Lo recomendable es intentar (y conseguir) modificar todo aquello que no aceptamos del destino. Nadie debería trabajar para el enemigo. Y menos por placer. La deserción es legítima aunque no suponga la extinción de los ejércitos. Sólo trato de encontrar una explicación a esta desintegración que parece darle la razón al individualismo atroz del cual solemos quejarnos porque asola el imaginario colectivo y los colectivos reales o imaginarios.

2 comentarios:

flaperval dijo...

pese a que ya esas conversaciones en "quellos ambientazos en un local lleno de humo" son ya imposibles, volveremos!

siuvaiaenterá

flaperval dijo...

snif, snif (es por el humo...)