Noche banzai

Buenas noches querido lector. Esta noche parece una esponja y tengo muchos secretos que ofrecerte. ¿Has visto alguna película de la invasión de Manchuria por los japoneses? Pues esta noche caerán muchos más. Desde el portaaviones de la desolación, no puedo más que lanzarme como un kamicaze al amor. Banzaaaaaaaaaaaai!

Dentro de las cuevas busqué a los gerifaltes, e improvisé un interrogatorio procaz. Aproveché que Coltrane rompía con su Too Young To Go Steady para escurrirme por tus buzones. ¿me abres? ¿me lees?

Lo reconozco, soy un panfleto. Lo primero que querrás saber es si somos afines. Te diré rotundamente que sí. Me abres y me lees. Ya estamos cara a cara y lo primero que debes preguntarte es si todo esto ha valido la pena. Lo nuestro siempre fue una historia por empezar. Un azucarillo. Nos quedamos en la pista de despegue. Los salvoconductos sociales, los expressos impregnados de catolicismo, los muros inquebrantables de la historia, la ética y su dimes y diretes, ya sabes... En el fondo éramos imbéciles pero enamorados. Unas piltrafas, vamos. De aquel atún aún me duele el estómago. Pero recuerdo con nostalgia las lecturas que me ofrecías de Cicerón, impregnadas de hierba del Empordà.

Me llamo Antonio, tengo 60 años y todavía te quiero. Sé que han pasado 46 años, pero yo te recuerdo como el primer día. ¿recuerdas?

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