sábado, 5 de junio de 2010

Nada que decir

-“No tengo nada que decir. Nada que decir. Nada.”

Había estado todo el día compadeciéndose de sí mismo. Autocompadeciéndose, se corrigió. Estaba cansado de querer siempre ser el mejor. De no dejarse descansar. De no tener a nadie a quien mirar a los ojos cuando se acababa el día. Y aun así no se rendía. Se aislaba permanentemente. Se apartaba de todo el mundo para no tener que negociar. Para no tener que esforzarse, aunque sabía que era necesario rodearse de gente, porque al final es la gente la que todo da y todo quita. La que hace que las cosas acaben teniendo sentido y posibilita que encuentres tu sitio en el mundo.

Aún así, en medio de aquella reunión importante en la que todo se jugaba, en la que todo podía cambiar, dijo aquella frase terrible: “no tengo nada que decir.” Y se sintió miserable… Y liberado como nunca antes lo había estado.

1 comentario:

Ebi Tempura dijo...

Oh, mil gracias!! Uno de los ángeles de la guarda del Careto ha arreglado lo del vídeo... Está mucho mejor así. (Me pasé con el tamaño por culpa de un ataque de magalomanía del todo improcedente...). Besos.