No intenten probarlo en sus casas

Estos días vengo pensando mucho en el significado de “siempre”. ¿Cúando es siempre? Quizás no debería formularlo en forma de pregunta, porque me atrevo a lidiar con ello.
Siempre es saber que no es mentira. Es creer en la posibilidad del sueño. De que voy a estar ahí y del otro lado va a haber respuesta. Que todo lo que diga o haga no importa porque ya se reconocen los espíritus cuando danzan. La danza es tan vieja como la humanidad. No la inventé yo y me seguirá después de que ya no esté más. Acogida, bienvenida, despedida, es lo mismo. Estar ahora o después qué más da. Estamos y eso es siempre.
Esto es en realidad una dedicatoria a alguien de quien me despido hasta no sé cuando, que es siempre. Me hace falta cada día, pero mi día a día no es mío, yo lo ofrezco a la vida y no se va, porque es más que yo, es siempre. Nos reencontraremos o no. Nos olvidaremos o no. Pero estamos aquí formando parte de un todo que entendemos exactamente igual. Eso ¿qué significa? Nada y todo. Estamos aquí y es nuestro momento, donde sea que sea. Estamos. Lo demás son entretenimientos por el camino, que son lo de menos y el meollo. Me da igual y en medio de la losa dibujo corazones de hastío. Hoy me da lo mismo. Estoy aquí ahora y tú estás lejos pero no importa. Sé que existes. Y mi vida nunca será igual por ello. Te odio y te ignoro. Soy yo sola y tú en la cima donde nunca llegaré.
En realidad hoy sólo fue un día en que mi amuleto falló, un amuleto que nunca fue tal y que no existe. Me río tanto que parece ridículo. La emperatriz de las bragas de oro. ¿Dónde quieres ir? ¿Cuál es tu herida? No está porque todo contiene una gran cantidad de nada, Nada en mayúsculas. Todo y siempre.
Acaba así, sin más.