El taladro se orina en la oreja de la tarde
y el chaval de la moto trucada
pasa saludando a gritos
para acabar de impedir todas las siestas.
Con un rosario de seis euros colgado del cuello,
su vieja le reza a la Virgen de los Cariacontecidos
para que le perdone los pecados de pensamiento
a la gente que moleste.
1 comentario:
Me pongo de muy mal humor cuando me despiertan de la siesta, sobretodo si me taladran la oreja...
El Oso Yogui
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