lunes, 16 de marzo de 2009

Fotofilia

Kaha me enseñó su cámara en el aeropuerto del Prat mientras esperábamos que saliera su vuelo hacia el carnaval de Tenerife. Era una cámara antigua, pero todavía funcionaba, una Start 66, de fabricación polaca, que parecía una caja vertical con dos lentes en la parte delantera y un visor que se alzaba en la parte superior. Cada vez que disparaba una foto debía pasar el carrete.
Entonces, su hermana Aga explicó, en un castellano muy claro, que esa cámara era de su padre y había pasado por las manos de todos los miembros de la familia aficionados a la fotografía (que eran todos, excepto su madre) También por las suyas. Y contó su historia con la cámara. Me dijo que en un viaje a Milán, visitó la catedral y allí hizo dos fotos. La primera era de las velas encendidas de una capillita del interior del templo. La segunda, de la fachada del edificio. Pero, entre una y otra se había olvidado de pasar el carrete de la vieja cámara y se enfadó mucho cuando se dio cuenta, porque pensó que había desperdiciado película y ninguna de las dos instantáneas se vería. Además, ya estaba lejos de la catedral y no podía volver para repetirlas.
Sin embargo, cuando reveló el carrete se sorprendió mucho. Comprobó que tenía las dos imágenes superpuestas y que el resultado final era un fotomontaje tan curioso que parecía hecho a propósito con uno de los actuales programas informáticos de retoque digital.
Creo que miré a Maja, su otra hermana, y ella me miró asintiendo como si hubiera oído muchas veces la historia. Lo más curioso es que Maja no entiende castellano.

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