Granada es una ciudad pequeña que me transmite paz y muchas otras cosas. Vamos, que cabe en la palma del corazón. A diferencia de otros lugares, se me está haciendo difícil culparla de los desajustes internos que me regala la cotidianidad vivida. Granada está ahí como si nada, respetando tu espacio. Como si todo.
Si tuviéramos que escoger entre lo que predomina aquí es el silencio, apenas interrumpido por algún pájaro en sus múltiples vertientes. El agua en las fuentes, los mosaicos, el blanco de las casas, los caminos sinuosos, los suelos empedrados con piedras de diferentes tamaños y formas, la lógica racional en pedazos, nos recuerdan algo de lo que pudo ser un ejemplo para el mundo. Otro espejo roto, quizás. Pero ahí está para los ojos que quieren ver.
No intuyo en muchas miradas el ritmo del destajo. Veo sabiduría a raudales. De la que te alumbra pa decirte por qué estás aquí y pa qué, qué haces aquí. El cuerpo empieza a encontrar su espacio, a sentirse reconocido, a permitirse estar aquí ahora, puedo verme por fin. Y me veo, vaya que si me veo en el Sur, no olvidemos que las raíces tienen ramas al final.
4 comentarios:
Besos, Martukein. Un privilegio Granada y leerte. Ebi Tempura.
El privilegio es mío. Nunca Japón estuvo tan cerca! Suerte con esas telas.
Besos
Martukein
En barcelona el destajo huele a cloaca sin drenaje. ¡Quiero algo puro ya!!!
Blasco de Garay
Aprovecha nena, que ponen tapa con cada quinto. Además, dicen que esa ciudad canta de noviembre a noviembre!
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