El día era más bien frío y no augurábamos mucha luz pero decidimos echarnos a la mar...Un mar de calles, las del barrio del Carmel, que serpentean por la montaña subiendo y subiendo y subiendo.... Y nos perdimos, con la llovizna en las retinas y el frío en los huesos y no había manera de encontrar al pez,decididamente esquivo.
Al final, tras una ola de cemento y espumas de semáforo apareció el enorme e imponente escualo.
De nada nos sirvieron nuestros afilados arpones...
Pero, al fin y al cabo, ya era un triunfo haber llegado a aquel rincón perdido del mar...y lo mejor, había sido el camino...
2 comentarios:
No maldigo a las corrientes que nos complicaron la faena porque ggracias a ellas conseguimos pescar en otros bancos. Caña a barlovento!
"Parece cuento
al barco lo defienden
los tiburones"
Haiku 105,
Rincón de Haikus
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